lunes, 27 de enero de 2014

Normas y límites

Normas y límites

Las normas son reglas que determinan nuestro comportamiento, nuestras relaciones sociales y de convivencia.
Los límites marcan hasta donde deben llegar nuestros comportamientos para que no interfieran en los de los demás.
Cada edad o periodo de la vida de tu hijo requiere de unas normas y unos límites adaptados a su edad y  momento de desarrollo. Las normas y límites se irán estableciendo a medida que su hijo avanza en su proceso de desarrollo, así como la exigencia del cumplimiento de las mismas.

¿Por qué establecer normas y límites?


Establecemos normas y límites por diferentes motivos: por motivos de salud, de seguridad, de convivencia, para vivir en armonía, por valores morales y religiosos. Es importante elegir las propias normas que regirán la vida familiar y la de sus hijos.

¿Cómo establecer normas y límites?

1. Dedique tiempo para elaborar las normas que considera importantes para su familia. Los padres marcarán las categorías y su importancia, como pueden ser las referidas a:

- La salud y seguridad de su hijo.
- El respeto a los demás y a las cosas.
- La colaboración en la dinámica de la casa.

2. Revise las normas y límites y asegúrese que tienen importancia y que vale la pena mantenerlas. Inculque las normas y límites adecuados, pero sin extralimitarse, no imponga tantas que impida la libertad de su hijo.

3. Sea flexible. Sus normas y limitaciones podrán variar a medida que sus necesidades y las de sus hijos vayan cambiando, a medida que vayan creciendo y haciéndose mayores.

¿Cómo conseguir un respeto por las normas y límites?  

A lo largo de su experiencia como padres se habrán encontrado en más de una ocasión con la dificultad de hacer que sus hijos cumplan con las normas que les señalan. Tengan en cuenta lo siguiente:

- Que sean comprensibles
Las normas y límites deben ser establecidas de forma clara y comprensible. Piense qué decir y dé instrucciones específicas y claras. Los niños y los adolescentes necesitan oír y saber exactamente qué comportamiento se desea de ellos.

- Deje que sus hijos se expresen
Los niños y, sobre todo, los adolescentes, valoran que se les tengan en cuenta a la hora de establecer limitaciones. Cuando los hijos colaboran, es más probable que obedezcan. Sin embargo, escucharlos no significa que tenga que estar de acuerdo y cambie las normas.
Algunas normas y limitaciones pueden establecerse en común y otras tendrá que establecerlas usted desde su responsabilidad de padre/madre.

- Explíqueles por qué
Los niños y jóvenes tienden a obedecer más las normas y los límites cuando comprenden las razones: “no puedes ir en bicicleta por la ciudad porque no”, “no puedes salir este fin de semana porque no”, son normas sin explicación; “no puedes ir en bicicleta por la ciudad porque hay demasiado tráfico y corres peligro”; “no puedes trasnochar este fin de semana porque el lunes tienes un examen, incluyen una explicación. Saber que detrás de cada norma y límite hay una explicación lógica ayudará a que sus hijos le obedezcan.

- Establecerlas antes de aplicarlas
Intente no implantar normas imprevistas. Haga lo posible porque sus hijos conozcan la norma antes de infringirla. ¿Cómo se supone que su hijo va a saber que no puede ir en bicicleta por la ciudad, ni trasnochar la víspera de exámenes, si no se lo ha dicho antes? Sus hijos deben saber con antelación las normas y los límites.

- Recuérdelas periódicamente
Los niños y jóvenes, a veces, olvidan las normas. Igual que los adultos. Si nota que su hijo ha olvidado una norma, no espere hasta que surjan los problemas; con delicadeza recuérdesela.
Pero si su hijo la olvida más de dos o tres veces y su “recordatorio” se convierte en una rutina y/o regañina, trate de ver que está pasando y actúe razonable, firme y consecuentemente.

- Mejor positivas que negativas
Siempre que pueda, intente que sus normas sean “positivas” en lugar de “negativas”. Hacen que los niños entiendan claramente el comportamiento correcto: “Puedes jugar a la pelota fuera” en lugar de “no juegues dentro de casa a la pelota”, o “lávate las manos antes de sentarte a la mesa” en lugar de “no vengas a la mesa con las manos sucias”.

¿Qué hacer después de un mal comportamiento?

A veces se puede prevenir el mal comportamiento. Otras veces, sin embargo, tendréis que intervenir después de que vuestros hijos se hayan portado mal. Cuando un niño se porta mal, normalmente, tendréis que responder a ese mal comportamiento. A veces se puede hacer algo de forma fácil para atajar el problema.

  • Algunas cosas de las que se pueden hacer son:


Recordar la norma
A veces, el mero hecho de recordar una norma o límite al niño o joven bastará para evitar un mal comportamiento: “recuerda, a jugar al balón afuera, dentro de casa no”, o “recuerda que tienes que volver a las doce”

Advertir de las consecuencias
Advertir a un niño qué pasará si hace lo mismo de nuevo puede ser efectivo, a veces: “La próxima vez que llegues más tarde de las doce te quedarás sin salir un tiempo”. Las advertencias funcionan sólo si se dan una o dos veces. Si advierte una vez tras otra sobre lo mismo y usted no actúa, su hijo sabrá que no lo dice en serio. Si su hijo se sigue portando mal después de la advertencia, tendrá que tomar medidas más serias y decididas.

Ignorar el comportamiento
En algunas ocasiones ignorar cuando el niño o el joven hace algo mal es una media prudente. “No oír” una palabrota, un comentario negativo o de rechazo a alguna norma que se les escapa, puede ser la mejor solución, a veces. Pero no la utilicen como “norma”.

Elogiar por un comportamiento
Elogiar a su hijo cuando hace algo bien, aunque otras veces lo haga mal, puede estimularle a hacer lo correcto más a menudo: “has limpiado tu habitación muy bien, hoy, estoy orgulloso de ti’’. Ponga el acento en lo positivo, no en lo negativo.

En ocasiones la disciplina suave no funciona y se necesita algo más contundente, un enfoque más directo y persuasivo que enseñe a vuestros hijos a no infligir de nuevo las normas y límites establecidos. Lo que significa averiguar por qué se da el mal comportamiento y establecer cambios que eviten que se repita.
Dichos cambios incluyen averiguar los motivos de ese mal comportamiento y establecer consecuencias o castigos si el comportamiento lo requiere. Para eso tenga en cuanta lo siguiente:

  • ¿Por qué se portan mal los niños y los jóvenes?

Primero conviene saber que los niños, habitualmente, se portan mal para satisfacer sus propias necesidades, o por que no saben hacerlo mejor aún, no para molestarles.
A veces, todavía no están preparados mentalmente para enfrentarse a las situaciones. Un niño de tres años cruzará la calle porque no entiende el peligro que entraña su acción.
Si la inmadurez física o mental es la causa del mal comportamiento, usted debe asumir el control para asegurarse de que su hijo no sufra daño.

La curiosidad normal en el ser humano es, muchas veces, la causa del mal comportamiento de sus hijos. Un niño de dos años puede derramar la leche para descubrir que pasa. Uno de diez años romperá un reloj intentando entender cómo funciona. Si la curiosidad es causa de mala conducta, una acción que obligue al niño a arreglar el daño y una explicación de qué ha hecho mal serán lo más adecuado.

Es importante enseñarles  a sus hijos cómo convertir sus sentimientos en palabras en lugar de en acciones. Practique con ellos que expresen lo que piensan o sientan, y escúcheles, y no que lo actúen con actos de rabia o violencia. Déjeles simplemente que se expresen.

Consecuencias o castigos por los comportamientos

Necesitamos mostrar a los niños que sus acciones tienen efectos, y que cuando estos producen un daño o rompen acuerdos de normas establecidas hay que aplicar consecuencias o castigos. Cuando vuestros hijos se porten mal de forma deliberada, tenéis que hacer que conozcan las consecuencias de sus acciones para que no las repitan.
Una consecuencia o castigo adecuado enseña a los niños a no cometer el mismo error de nuevo. Las consecuencias o castigos, para ser eficaces deben cumplir las siguientes reglas:

- Deben ajustarse a la edad del niño.
- Deben adecuarse en intensidad al comportamiento a corregir.
- Centrarse en el comportamiento no en el niño como persona.
- Tener algún significado y valor para el niño, sino no cumplirá función correctiva alguna.
- Ser aplicable lo más cercanamente posible al comportamiento que lo ha provoca
- Servir para enseñarles porqué no deben cometer el mismo error, no para ofender o humillar al niño.
- Explicar y razonar del porque de las consecuencias o castigo aplicado.

Aclaración entre consecuencia y castigo

La consecuencia es la aplicación de un efecto, por una conducta inadecuada, que trata de enseñar al niño porqué no debe cometer elmismo error de nuevo.

El castigo trata de que con ese efecto el niño se sienta incómodo y tema portarse mal nuevamente.
La combinación de ambos modos es un buen recurso educativo para los padres. Un ejemplo nos puede ayudar a comprender la aplicación de las consecuencias y los castigos.


 Ejemplo de la relación entre castigo y consecuencia.

Si un niño escribe en una pared, el castigo es mandarlo que limpie lo que ha ensuciado, con lo que se aplica la consecuencia de lo que ha hecho, en lugar de mandarle castigado a su habitación sin limpiarlo.
No obstante, en algunos casos de mayor rebeldía quizás tenga que, además de que limpie lo ensuciado, mandarle también a su habitación.


Para finalizar dejamos algunas preguntas para plantearse al elegir consecuencias o castigos:

- ¿Es sensato? ¿Es una consecuencia lógica y prudente por lo que ha hecho el niño?
- ¿Previene la repetición? ¿Enseña al niño a no cometer el mismo error de nuevo?
- ¿Hace al niño responsable de sus actos?



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